viernes, 9 de abril de 2010

24 de Junio de un año cualquiera

A las 3.00 am estaba despierta. Recolectando un par de papeles de colores, uno que otro poema y unas cuantas canciones que desconocía. De ahí la ingenuidad de hacer un día normal, un tanto o poco especial. Recortaba y unía cada trozo de papel, terminaba con formas abstractas, un collage vago de unos cuantos colores, y unas boberías párrafo en párrafo de las que con el lápiz empuñado con fuerza... disfrutaba.

Cuando ya eran las 5, se tomaba un vaso de bebida, buscaba en los cuadernos un boleto, un envoltorio, o una entrada al cine de la semana, y la adhería al grotesco collage.Pero con apenas los ojos abiertos, veía lo que hacía con ganas de gritar, lo veía y no entendía esa torpe actitud. Lo tomaba con calma, se quedaba callada y al rato retomaba el término de sus detalles.
Se acostaba con una sonrisa, que nadie ni nada le apartaba, ponía un tema en la radio y lo dejaba sonar durante toda la noche. Cuando al fin despertaba, ya era un 24 de junio. Se peinaba de un modo diferente, pero se vestía un poco casual, se miraba al espejo y practicaba hablar. Las mejillas coloradas, y las manos un cuanto intranquilas...ya era un 24 de Junio

miércoles, 7 de abril de 2010

En el espejo


Se despertaba igual que todas. Pero iba, caminaba un rato, y ya era otra.
Le costaba sentir quizás, le costaba actuar a veces. Era fuerte como el hierro, y más débil que una pluma.

A veces, cuando iba sola, se paraba con los pies descalzos justo ahí, y despues de cinco pasos, se ponía a cantar. Daba la vuelta y era como si algo le hubiese asustado, se arrodillaba y se dejaba caer hasta topar con el cesped. Se tapaba los ojos, la cara y se largaba a llorar. Nadie la veía cuando estaba ahí, nadie la notaba, nadie la miraba y nadie estaba ahí.
Pero cuando de modo ilógico secaba con rapidez las lágrimas, se sonaba a ratos y guardaba rápido las hojas en las que escribía, cambiaba la música como quien cambia de posición frente a una silla, y se ponía a hablar del amor y lo pleno que era estar así. Cuando la gente empezaba a notarla, se miraba y se sentía tan bien- La admiraban, y ella también lo hacía, eran pocos como ella, eran pocos tan ingenuos. Y cuando terminaba su discurso del amor y la vida feliz, se volvía a tomar las manos para ocultarse entre los papeles que poco hablaban de ese cliché.

Nadie la entendía, nadie nunca lo haría, se fumaba uno y otro cigarro, sin apenas saber hacerlo y con el humo volvía a hacer siempre lo mismo. Siempre sería así, porque ella lo quiso así.